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La poética de Vargas Llosa

Además de novelista y periodista, el recién fallecido premio Nobel de literatura fue un inspirado crítico literario. Aquí se presenta este aspecto de su obra.   Fernando Molina    “La más homicida y más terrible de las pasiones que se puede infundir a las masas –escribió Lamartine– es la pasión de lo imposible”. Pero también la más atractiva, habría que añadir, tanto que un escritor racionalista como Vargas Llosa la alentaba como el resorte que impulsa al hombre más allá de lo dado, que lo  entusiasma , es decir, lo diviniza, lo convierte por un instante, y quizá falsamente, en el autor de sí mismo.  La fascinación de Vargas Llosa por los proyectos utópicos se expresó a lo largo y ancho de su obra, y seguramente provenía de una lucha interior. Paralelamente, concibió la obra literaria como un instrumento para lo mismo, para “refundar” la vida.  La poética de Vargas Llosa ha quedado expuesta en una gran cantidad de obras suyas: “Historia de un deicidio”, un ...

2024 en Bolivia: el momento de desarticulación hegemónica

  Fernando Molina       Nota Siguiendo a Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, en este documento entenderemos la política como un espacio de antagonismos entre estructuras discursivas. Estos discursos constituyen  identidades políticas . El antagonismo se produce, entonces, en última instancia, entre identidades políticas en lucha por la hegemonía, es decir, por lograr el consentimiento de la sociedad a una determinada estructura discursiva (que es principalmente consensual, con pocos elementos coercitivos, pero que no los descarta en ciertas condiciones). Este enfoque metodológico se aparta de la visión liberal de la política como un campo sin procesos hegemónicos, en el que prima la cooperación y el poder está ampliamente distribuido.  El consenso hegemónico requiere y equivale a la articulación de las  demandas  que plantea la sociedad en cada coyuntura en torno a: i) un aparato de resolución institucional de las demandas (institucionalismo) o ii) u...

Poder nombrar

Fernando Molina Dios concede a Adán el don de nombrar a los seres de la creación. Con ello, se simboliza el dominio del hombre sobre el mundo. Quien nombra, posee. Colón y los que vinieron luego de él lo demostraron con el remarcado del nuevo continente, que llamaron América. Ya no sería Chukiyapu, sino La Paz. Y así ha sido hasta ahora. Ya no serían lupakas u umasuyus, sino aymaras. Ya no serían aymaras o quechuas, sino indios. Este nombre común los agruparía y confundiría; los clasificaría de acuerdo a los objetivos biopolíticos de los europeos. Los nuevos topónimos y etnóminos guiarían la tarea del poder colonial y “recrearían” la vida, el trabajo y el cuerpo de los nativos. De hombres y mujeres insertos en sociedades disímiles, pero suyas, se convertirían en siervos al servicio de los “dueños del nombre”.  La Corona respaldaba una identidad que se consideraba binariamente opuesta a la recién formada de los indios también en cuanto a la facultad de nombrar. Cada designación impo...

Ocho tesis sobre la reconfiguración del MAS (2019-2020)

    Fernando Molina   1. Para entender la reconfiguración del Movimiento al Socialismo entre octubre-noviembre de 2019 y octubre-noviembre de 2020, debemos partir de una definición de este partido antes de este periodo. El MAS 1997-2019 era un partido que juntaba al redencionismo nacional-popular de los sindicatos campesinos con los residuos etapistas y foquistas de la disminuida izquierda tradicional boliviana (pre-caída del muro de Berlín), el indianismo culturalista de grupos de indígenas letrados y el posmarxismo y el neoprogresismo de ciertos grupos intelectuales de clase media. Así constituyó, por primera vez, la unidad de la izquierda boliviana dentro de un movimiento político con una ideología que, aunque diversa, era hegemonizada por el proyecto nacional-popular: estatismo, redistribucionismo, uso del voto como método de transformación, desarrollismo, antiimperialismo light , etc. En este conglomerado, la izquierda tradicional (soviéti...

En defensa de la memoria de Sandra Aliaga

  Fernando Molina, periodista Mi padre, que entonces era filocomunista, estaba preocupado por mi inminente ingreso al Partido Obrero Revolucionario de Guillermo Lora, así que pidió la ayuda de algún conocido del PCB, quien, a su vez, le pidió a uno de sus camaradas que hablara conmigo para tratar de disuadirme de dar semejante paso. Corría el año 1983 y la persona que se ofreció a cumplir ese insignificante encargo fue Sandra Aliaga. Tomamos un café en alguna de las cafeterías que estaban cerca del Monoblock, donde yo comenzaba a estudiar economía. Ella era unos diez años mayor y ya se había convertido en docente universitaria en el área de su especialidad, la comunicación social.  Como era totalmente previsible, el encuentro no logró su objetivo, pero en cambio nos hizo –por así decirlo– conscientes el uno del otro. Las ocasiones de encuentro se multiplicaron después, en especial desde que yo cambiara la economía por el periodismo y me ...